Mente y cuerpo siempre están conectados. Por ello, el estrés afecta nuestro cuerpo en formas como la depresión del sistema inmunológico, dolores de cabeza, malestares del colon o del estómago. Pero una de las consecuencias de la tensión que se conoce bastante poco es la del herpes zoster.
Esta clase de herpes se conoce también como “culebrilla”, y se manifiesta como una erupción cutánea en forma de ampollas muy dolorosas.
La culebrilla es provocada por el virus varicella-zóster, el mismo dtrás de la varicela y que queda en tu cuerpo por el resto de tu vida. Cuando contraes la “peste” y luego te mejoras, el virus no desaparece de tu cuerpo: queda inactivo, aletargado en medio de algunos conductos nerviosos.
Aunque luego de que te da varicela no la volverás a sufrir, el virus se podría volver a activar como herpes zóster, causando sarpullido y ampollas en la piel.. Las causas detrás de la culebrilla no son completamente claras, pues puede manifestarse en cualquier grupo etáreo. No obstante, está comprobado que las posibilidades pueden aumentar cuando se encuentra en un sistema inmune débil.
Uno de los principales causantes de las bajas defensas es el estrés: la ansiedad y los cambios bruscos de ánimo no son buenos amigos de la estabilidad de nuestro cuerpo.
Pero esto no se detiene ahí: el herpes zóster puede llegar a causar ceguera o sordera si brota en esas delicadas zonas de tu cuerpo.
Aunque la culebrilla no es contagiosa, debes siempre tener cuidado porque de todas formas te puedes contagiar la varicela si no eres inmune al virus.