Esta conmovedora historia ha traspasado las fronteras desde la zona de Agrelo, en el norte de Mendoza (Argentina).
Una profesora llamada Claudia Aravena le pidió a sus alumnos del sexto año de primaria de la Escuela General Espejo que realizaran una tarea para la asignatura de artes plásticas. A los 35 alumnos de su clase, ubicada en la localidad de Luján de Cuyo, les dijo que hicieran “una obra con lo que tengas en casa”.
Como la mayoría de sus estudiantes no tiene un acceso regular a Internet o un computador, la profesora suele enviarles tareas cada 15 días vía Whatsapp a los padres. Ellos hacen un gran sacrificio monetario para mantener sus teléfonos con acceso a Internet para apoyar a sus hijos en los estudios.
“Los primeros días la comunicación con los padres se complicó porque no todos cuentan con datos en sus teléfonos, así que hubo que tener paciencia y ponerse creativos”, contó Aravena.
Uno de sus estudiantes, el pequeño Luciano de 11 años, tiene pocos recursos pero es muy responsable y esforzado. Como no tenía elementos (pinturas, lápices, revistas, etc) ni un computador para hacer su tarea de artes. Por ello es que decidió confiar en su creatividad y hacerla con lo poco que tenía a mano.
Junto a su hermano menor, de 4 años, usó tierra del patio, agua, ramitas de árbol y polvo de ladrillos para dibujar un dinosaurio en el suelo. Con los palitos cortados hizo sus dientes y garras, y usó el agua para marcar el contorno. Con los restos de ladrillo, marcó las espinas.
Y también firmó el trabajo con su nombre, usando las ramitas que le sobraron. Los padres le tomaron una foto a la obra de su hijo y se la enviaron a Aravena.
“Cuando vi la imagen quedé impactada, es una obra que representa muy bien el arte efímero. Lo compartí con mis colegas, y la sensación fue la misma”, contó una emocionada profesora.
Además, agregó que Luciano y su familia tuvieron que trasladarse a la casa de su abuela debido a la contingencia sanitaria. Por ello es especialmente sorprendente que pudiera crear algo de todas formas.
“Me da una satisfacción enorme saber que lo hizo aún lejos de su casa. Quiero rescatar el trabajo de los chicos que, a pesar del entorno, tienen ganas de seguir adelante. Eso valoriza mucho más su obra”, añadió la docente.
“En la zona tenemos una villa muy grande y ha sido difícil para ellos. Las mamás le ponen mucha garra: acompañan, cargan crédito en los teléfonos para enviar las tareas. Ver los resultados me pone muy contenta”, concluyó.