El continente helado, conocido por los inmensos icebergs y animales que aman el frío, también alberga comunidades de algas, musgos, líquenes e incluso una especie de hierba en flor (hierba de pelo antártico y mostaza antártica).
Menos del 1% de la Antártida está permanentemente libre de hielo y la vegetación terrestre que exista en esos lugares depende en gran medida de la fusión de nieve y hielo para su suministro de agua. El ecosistema de este continente es bastante frágil y los científicos han dedicado toda su vida a comprenderlo, más ahora que las temperaturas globales aumentan y afectan no solo a grandes capas de hielo antártico sino también al delicado equilibrio de la vida en ese lugar.
Recientemente un equipo de científicos del Reino unido creó el primer mapa a gran escala y la estimación de la extensión de las algas verdes en la Península Antártica, una extensión montañosa que se extiende más de 800 millas hacia América del Sur y ha experimentado una de las tasas más rápidas de calentamiento en el mundo.
Según los resultados del estudio, la “nieve verde” es un importante sumidero de carbono para el continente, que absorbe 479 toneladas de carbono al año a través de la fotosíntesis.
“A escala global, la absorción de dióxido de carbono es pequeña, pero al mismo tiempo es extremadamente importante para la Antártida. El tonelaje es más o menos equivalente a la cantidad de carbono emitido por 875,000 viajes en automóvil con un promedio de 10 millas por viaje”.
Matt Davey, científico que lideró el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge y el British Antartic Survey
Davey agrega que es probable que la cantidad de carbono de las floraciones de algas de la Antártida que vienen en variedades verdes, rojas y naranjas que pueden hacer que la nieve donde viven parezca coloreada, sea mucho mayor, ya que los científicos obtienen una imagen más completa de su total biomasa en todo el continente.
En la corta de la Península Antártica, las comunidades de algas tienden a ser relativamente abundantes durante los meses de verano austral de diciembre a febrero, cuando la temperatura promedio está por encima de cero. Las algas verdes favorecen la nieve húmeda y fangosa porque estos microorganismos necesitan agua líquida para reproducirse. También logran sobrevivir cerca de colonias de pingüinos, sitios de anidación de aves y lugares de reunión de focas, ya que la caca de animales les entrega nitrógeno y fosfato, elementos nutritivos para las flores.
Los científicos complementaron los datos del satélite Sentinel 2 de la Agencia Espacial Europea con mediciones desde el campo para lograr una mayor precisión en los resultados, ya que la información del satélite, que mide longitudes de ondas específicas de la luz reflejada en la superficie antártica, podría obstaculizarse por la cobertura de nubes y señales falsas, lo que provocaría que se malinterpreten como algas verdes.
Los investigadores invitaron a científicos ciudadanos a enviar fotografías de flores de algas tomadas durante varios veranos y de esta manera poder analizar lo que ha sucedido durante los años. Por su parte, las algas rojas y naranjas fueron excluidas del estudio porque tienen pigmentos que podrían interferir con el satélite.
“Hay especies rojas y especies verdes. Pero también obtienes especies verdes que se vuelven rojas de la misma manera que los árboles se vuelven rojos en otoño”.
Gray, investigador de la Universidad de Cambridge y la NERC Field Spectroscopy Facility en Edimburgo
Los objetivos de la investigación consisten en incluir flores de algas rojas y extender el mapeo por toda la Antártida, además de comprender mejor el ciclo de la vida y la fisiología de las algas.
“Cuanto más podamos entender sobre la biología y la fisiología, mejor podremos entender el ecosistema”.
Matt Davey, científico que lideró el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge y el British Antartic Survey
Las predicciones actuales pronostican una expansión en las floraciones de algas y el crecimiento de las plantas a medida que se aceleran los deshielos, por lo tanto, los científicos se preguntan cómo le irá a este ecosistema a mediad que las temperaturas más altas invadan a esta región del planeta considerando que en febrero de este año se registró la temperatura más alta jamás vista de 20,75ºC o casi 70ºF.
También hay que considerar que en la naturaleza hay factores dinámicos e interconectados, como es el hecho de que el impacto del cambio climático en los pingüinos, aves y focas también puede afectar la supervivencia de las algas y musgos.