El abuso animal es un problema que está lejos de acabar porque muchos humanos siguen viendo a los animales como seres inferiores, de los cuales pueden abusar para conseguir lo que desean.
La organización PETA realizó una investigación encubierta en el sur de Tailandia y logró identificar 13 plantaciones y escuelas de entrenamiento que fuerzan a pequeños macacos a cosechar cocos para exportación.
Además de obligarlos a trabajar, los entrenan para divertir a los turistas que pasan por las granjas y así generar más ingresos. Los hacen andar en bicicleta, lanzar balones de básquetbol a la canasta, hacer sentadillas, yoga y simular el levantamiento de pesas.
Los monos pasan tres meses de “aprendizaje” y luego son vendidos a agricultores o entrenadores de animales por un precio entre los 950 y 3.200 dólares. Cuando son comprados, pasan sus días entre la cosecha de cocos y las cadenas, ya que los mantienen encadenados para que no se escapen mientras “descansan”.
Por si fuera poco, cuando alguno de los monos se pone agresivo durante la pubertad, le cortan los caninos para que no hieran a sus “cuidadores”.
“Estos animales, de los cuales algunos fueron desarraigados de sus hábitats naturales cuando eran bebés, no pueden jugar ni estar con sus familias. Se les niega la libertad y toda imagen de una vida natural, y los métodos de entrenamiento de la industria son duros y dañinos psicológicamente“.
Jason Baker, vicepresidente de Campañas Internacionales de PETA
Los macacos son animales naturalmente sociables, por eso cuando son esclavizados sufren una soledad terrible y mucha depresión, pena por los compañeros perdidos y gran inquietud cuando están encadenados. Las consecuencias mentales son mucho peores que las físicas.
Esto se refleja en la espectativa de vida de los monos esclavos, la cual no sobrepasa los 15 años, mientras que los que viven libres alcanzan los 36 años.
A pesar de esta horrible práctica, los productos a base de coco como cremas, aguas, yogures o leches, siguen aumentando su demanda.
Afortunadamente algunos supermercados británicos, como Waitrose, Ocado, Co-op y Boots, actuaron ante la problemática y quitaron de sus estanterías todas las marcas de productos de coco en donde hayan participado monos esclavos.
Mientras PETA trabaja por abolir esta industria, nosotros podemos contribuir dejando de lado los productos a base de coco.