Muchas personas toman decisiones extremas por amor, dejando todo atrás para aventurarse en una vida nueva junto a la persona que aman. Tal es el caso de Candice, una estadounidense que se fue a vivir a México junto a su esposo luego de que fuera deportado hasta su país de origen.
Candice contó que no se arrepiente de haberse ido junto a su esposo pese a haber dejado atrás una vida con comodidades que no puede conseguir en Puebla, donde se estableció junto a su marido Fidel y la familia que ambos han creado.
“México me ha desafiado en maneras que nunca imaginé, pero no me arrepiento de estar en este país con mi esposo y nuestros dos hijos. Hice lo que es mejor para la familia; y mis hijos están creciendo felices junto a sus padres”, señaló a la prensa la mujer, que usa Candice como alias para no identificarse por seguridad.
Conoció a su esposo en 2007 luego de salir con una amiga y su novio, el que invitó a una cuarta persona que resultó ser Fidel.
“Me gustó mucho desde que lo vi. Tenía una bella sonrisa y era extremadamente guapo. Me impresionó con sus botas, su sombrero vaquero y su camioneta grande de color rojo”, contó.
“A partir de ahí, comenzamos a mandarnos textos en español. Yo había aprendido un poquito de español antes de conocerlo a través de escuchar conversaciones. Y cada noche usaba la aplicación gratuita Duolingo para comunicarme con él”.
Fidel llegó a norteamérica con apenas 17 años y pasó casi dos décadas indocumentado. Era algo que preocupaba a esta familia naciente, que gracias al fuerte amor que sentían jamás puso en duda su unión.
“Todo el tiempo estaba preocupada de que lo fueran a detener cuando iba al trabajo”, cuenta Candice. Y un día su pesadilla se volvió realidad.
Mientras salía del trabajo con un compañero, un oficial les pidió la identificación. Y ahí comenzó lo que Fidel había evitado por años.
“Mi esposo no les pudo dar ninguna identificación. El policía se lo llevó detenido, y contactó al Servicio de Migración y Aduanas”, recordó la mujer.
“Fue como si todo el aire del universo me lo hubieran arrebatado. No sabía qué hacer. La policía dijo que lo detuvieron porque pensaba que estaban robando las herramientas”, añadió.
Se pudieron casar en 2016, antes de que lo llevaran a Migración y terminara siendo deportado.
“Cuando nos declararon marido y mujer no pudimos abrazarnos. Fue muy triste. La celebración del matrimonio fue a través de una pared de cristal”.
Luego de casi un año bajo custodia en Migración de Utah, terminó siendo deportado el 1 de agosto de 2017. Fidel tenía 36 años. Apenas una semana había pasado cuando Candice decidió ir a México para visitar a su esposo un par de semanas. Pero, cuando iba a tomar el vuelo de regreso junto a su hijo, vio al pequeño llorando y decidió quedarse a vivir junto a Fidel.
“Nunca más quería ver a mi hijo con esa profunda mirada de tristeza”, dijo. En diciembre se estableció en el país azteca y, aunque al comienzo fue difícil, está muy feliz de haber tomado este camino.
El alivio de vivir tranquilamente junto a su familia sin tener que preocuparse por trámites migratorios no tenía precio. “No teníamos ya esa nube negra sobre nosotros”, concluyó.