Ramón Sosa, un entrenador de boxeo, y su pareja se conocieron en 2007, estuvieron juntos 3 años y luego se casaron. Abrieron un gimnasio y cuando los problemas financieros del negocio acabaron con la paz de su relación, ella le pidió el divorcio.
El año 2015 María “Lulú” Sosa habló con un hombre para organizar el crimen que acabaría con la vida de marido, pero a quien contrató había entrenado con su esposo y de hecho eran amigos.
“Cuando me llamó y dijo que necesitaba verme porque alguien ‘quería matarme’, pensé que estaba de broma”, asegura Ramón.
Fue entonces cuando Ramón recibió ayuda de un oficial para fingir su muerte y engañar a su esposa, quien estaba dispuesta a pagar 2.000 dólares para que lo asesinaran, según informó el diario Daily Mail.
Luego de esa conversación, se acordó que el potencial asesino llevaría un micrófono oculto cuando hablara con la mujer para registrar cómo le ofrecía una recompensa económica por llevar a cabo el asesinato y poder presentar esa grabación a las autoridades.
En ese encuentro, María Sosa expresó que quería a su esposo muerto. Entonces Ramón le mostró la reproducción de la declaración a la Policía del Condado del Montgomery y con el apoyo del FBI, los oficiales crearon una emboscada.
Entonces maquillaron a Ramón Sosa para que pareciera muerto por un disparo en la cabeza, le pidieron tumbarse en una fosa cavada en el desierto y fotografiaron la presunta ejecución.
“Pretender que estaba muerto fue terrorífico”, confesó la presunta víctima.
María Sosa fue arrestada y se declaró culpable de solicitar un asesinato, a lo que fue condenada a 20 años de prisión en octubre del año 2016.
Ramón Sosa aún sigue vive, pero asegura que nunca será el mismo hombre.