Los profesores son expertos en saber llenar de amor a los niños mientras les enseñan, pero el reto cambia completamente cuando son sus propios hijos y más si uno tiene una condición genética extraña que solo afecta a 1 de cada 250 mil partos.
Esta condición hizo que todo cambiara en la familia ya que sus rutinas ahora van en torno al bebé.
Era un embarazo normal hasta que a sus 28 semanas de embarazo su obstetra le dijo que Archie tendría “ceguera negra”, no vería nada porque nacería sin ojos.
Aunque volvieron a hacer exámenes más que esperanzas, se confirmó que tenía Síndrome de Anoftalmía (SOX2). Esto suele ser de carácter genético y ocurre en solo 1 de cada 250 mil nacimientos, y solo se conoce otro caso en la actualidad.
Aunque para la mamá de Archie, Fiona Gould, la ceguera no es el fin, el extraño trastorno puede implicar otras secuelas como convulsiones, problemas de aprendizaje o retrasos en desarrollo motor.
Fiona es una profesora de 40 años y conoce bien las necesidades de los niños con condiciones especiales, aunque esto es un reto.
Su día a día está lleno de citas con especialistas y terapeutas: hidroterapia, entrenamientos para movilidad, logoterapia y fisioterapia.
Archie tiene necesidades muy específicas que requieren cirugías y un equipo especializado. Por lo que lo complicado fue dejar el trabajo y poder pagar todo esto, lo que los llevó a hacer campañas de recaudación.
Los padres esperan que un tratamiento futurista pueda darle la oportunidad de ver a Archie, un bebé que ellos y su hermanita aman por ser sonriente y sus ganas de aprender pese a sus problemas de retraso.