Todos sabemos lo importante que es el agua en nuestro organismo, ya que sería imposible sobrevivir sin esta preciada y escasa fuente de vida. Además de utilizarla para casi todo lo que hacemos día a día como cocinar o lavarnos, en nuestro venas circula casi un 83% por agua, en nuestro cerebro hay un 80%, los músculos contienen un 75% e incluso los huesos contienen un 22% de este elemento, por lo que no debemos dejar de lado el agua para ayudar al correcto funcionamiento del cuerpo.
El tomar agua con el estómago vacío contribuye a la eliminación de toxinas y además nos ayuda a perder peso. Es importante recalcar tamibién que todos los órganos de nuestro cuerpo necesitan agua para poder funcionar.
Tomar un vaso en ayunas activa los órganos internos y les permite comenzar a trabajar. Limpia los riñones, permitiendo que absorba los nutrientes que luego recibirá a través de los alimentos; elimina las grasas, contribuye a desechar los líquidos retenidos y elimina las toxinas de la sangre, beneficiando a tu piel y reforzando el sistema inmunológico.
Agua fría o caliente
El agua fría en ayunas hidrata al organismo y le da la sensación de saciedad. Por otro lado el agua caliente contribuye a la digestión, evita el estreñimiento, ayuda a bajar de peso, evita el envejecimiento prematuro y alivia los dolores menstruales. Cualquiera de las dos opciones son válidas y aportarán al organismo.
Recuerda que no solo debes limitarte a tomar un vaso de agua en ayunas, sino que es muy importante que la bebas durante todo el día para evitar problemas circulatorios, acumulación de toxinas, deshidratación e incluso cambios de humor.
Se recomienda consumir 4 vasos de agua en ayunas y tomar por lo menos 2 litros de agua durante el día. Pero no debes tomar toda el agua de una vez, ya que eso podría traer consecuencias negativas a tu organismo. Lo mejor es ingerir el agua despacio, poco a poco y de manera y tranquila.
El consumo de agua en ayuna debes hacerlo al menos una hora antes de tomar desayuno y durante el día es ideal beber la mitad de tu peso en onzas líquidas, según lo activo o sedentario que seas.