Desde que tenemos memoria hemos vivido cumpliendo obligaciones, horarios y reglas que en realidad nos alejan de la verdadera vida que queremos llevar, sin embargo es una de las maneras comunes de enfrentar la vida y sobrellevarla.
Pero muchas de esas personas creen que es lo adecuado para poder entregarles a sus hijos la mejor niñez que puedan tener, o por lo menos algo mejor de lo que les tocó vivir a los padres.
Trabajan, viven y se desviven por sus hijos, pero lo disfrutan al máximo porque luego ellos crecerán y se transformarán en una versión (ojalá mejorada) de sus propios padres y seguirá el ciclo.
Lo más importante de todo es que no es necesario estresarse, irritarse o agobiarse porque un niño no entienda instrucciones o que no aprenda de sus errores, porque están recién conociendo el mundo y descubriendo de lo que son capaces.
No es necesario retarlos o tratarlos mal, hay que dejar que se diviertan mientras puedan para luego enfrentarse a la vida dura y sacrificada.
En este momento ellos se están encontrando con sí mismo, entendiendo lo que les gusta y lo que no, forjando sus decisiones del día de mañana.