Cuando los bebés no rompen el saco amniótico en el que crecen dentro del vientre materno, pueden nacer así mismo, produciendo el fenómeno de “bebé enmantillado”, lo que sucede en 1 de cada 80.000 partos.
Según los expertos en ginecología y obstetricia, esto no implica mayor o menor beneficio, solo se trata de un curioso hecho que retrasa un poco el paso en el que el bebé debe empezar a respirar por sí solo sin el líquido amniótico.
La bolsa amniótica se rompe en el momento en que el parto es un momento estresante para el bebé. Durante el embarazo los pulmones del bebé están llenos de agua y su respiración se realiza mediante el intercambio de gases a través de la placenta.
En el momento en que la bolsa se rompe el líquido es expulsado por la boca o se reabsorbe para que se pueda realizar la primera absorción, algo que es bastante complicado para el bebé. Cuando se produce un parto natural, el pequeño pasa por el canal del parto y su tórax se presiona, ayudando a eliminar este líquido, algo que no sucede en las cesáreas.
“Es una membrana muy fina y se rasga con facilidad con la acción de las contracciones. En mis 40 años de profesión me ha ocurrido en dos o tres ocasiones. Es algo anecdótico que no tiene influencia sobre la salud del bebé”– Manuel Fillol, jefe del Servicio de Ginecología y obstetricia del Hospital de La PLana, Castellón.