Ryan Jessen comenzó sintiendo un cumple y pasajero dolor de cabeza, pero se equivocó y lo subestimó.
Cuando los médicos lo revisaron, encontraron un hemorragia cerebral. Rápidamente lo intervinieron para que pudiera sobrevivir.
Ryan no mostraba señales de recuperación, por lo que determinaron que lo mejor sería despedirse.
Todos sus familiares acudieron al hospital, incluso su perrita boxer, su compañera de años.
La familia Jessen consiguió el permiso necesario para que Mollie, la perrita, entrara al hospital y se despidiera de su compañero.
Nadie nunca imaginó que una simple molestia en la cabeza terminaría de esa manera, sin embargo la familia y Mollie se acompañaron hasta el final.
Ahora la perrita vive con los padres de Ryan y le entregan todo el cariño que necesita.