En abril del año pasado, Andrew Renner (de 41 años) junto a su hijo Owen (18) decidieron matar a una osa y sus dos cachorros luego de invadir la remota guarida donde estos animales descansaban, ubicada en la isla de Esther (Golfo de Alaska).
Ellos no sabían que tanto la madre como sus cachorros eran parte de un programa de observación que conducía el Servicio Forestado estadounidense y el Departamente de Pesca y Caza de Alaska, quienes habían instalado una ámara en la guarida.
Según los documentos en emitidos por la corte, los registros en video muestran a los dos hombres acercándose a la guarida. Fue el adolescente quien le disparó a la madre, causando un grito lleno de espanto por parte de los cachorros, quienes se pusieron a llorar antes de que Andrew girara su arma hasta estos bebés indefensos.
Luego de asesinarlos, dejaron los restos de la madre en bolsas de caza. La pareja habría regresado dos días después para recuperar el collar, las carcasas y los cuerpos de los oseznos. Unas semanas más tarde, Andrew fue con la piel del oso negro a una oficina estatal de vida silvestre, asegurando que él lo había matado junto a su hijo.
Las autoridades señalaron que Renner había falsificado la documentación al asegurar que fue él quien había asesinado a la madre, cuando en realidad fue su hijo el culpable de la cruel muerte.
La corte sentenció a Andrew a tres meses de cárcel, mientras que su hijo deberá pasar 30 días tras las rejas.
Junto con servir el tiempo que le ordenaron, también se le condenó a pagar una multa de 9 mil dólares, junto con renunciar a su bote, remolque, camioneta, teléfonos celulares, cielos y -por supuesto- armas.
A Andrew también se le revocó por 10 años su licencia de caza, Mientras que a Owen se la suspendieron sólo por dos. Junto con ello, al joven se le ordenó que tomara un curso de seguridad para cazadores.