Una fumigación causó la muerte de millones de abejas en Quintana Roo (México), en lo que se ha vuelto una verdadera catástrofe este mes. Las abejas no sólo son fundamentales para la polinización, es decir, de la reproducción de las especies vegetales. Sin abejas no hay vida, pues si ellas desaparecieran, la vida del planeta ya no podía desarrollarse debido a un descalabro en el equilibrio de la biodiversidad.
Y en agosto de este año, más de 300 colmenas de abejas pertenecientes a 18 apicultores en Quintana Roo fueron afectadas por los empleados de un empresario que utilizó un químico tóxico para fumigar su terreno donde sembraba chile habanero.
Las abejas muertas pertenecían a un proyecto juvenil en expansión.
Según informaron las autoridades, cada colmena alberga miles de abejas (usualmente de 50 mil a 80 mil), por lo que se estima que la catástrofe que afectó a las 300 colmenas habría provocado la muerte a millones de abejas en un radio de 4 kilómetros de distancia.
Wilson Ayala Mex, uno de los apicultores afectados, contó que esta es una de las muertes de abeja más numerosas de las que tenga memoria en la historia de los pobladores del ejido Candelaria. Ayala además explica que las repercusiones de este desastre no se reducen a lo ambiental.
Esta catástrofe también es un fuerte golpe económico, pues se han perdido los volúmenes de miel para la cosecha más cercana, que se haría entre octubre y noviembre. Con ello, también se han esfumado los ingresos de familias que dependían de aquella producción.
En aquel proyecto participan más de 30 jóvenes que buscan hacerse la ida con métodos alternativos, y que logran ver oportunidades de crecimiento en sus propias comunidades.
No obstante, lo más preocupante es el uso de pesticidas está cada vez más extendido y afecta tanto a las abejas criadas por apicultores como a las que viven en libertad, provocando pérdidas irreparables para el medioambiente.