Según la leyenda urbana, a sus espectáculos no podían asistir niños y lo acusaron de brujería.
En la antigüedad tenían una forma especial para entretenerse. Muchos de los espectáculos que habían eran hechos para atraer a los incautos y engañarlos con todo aquello que fuera morboso e inexplicable.
Pero en 1920, hubo uno que cautivó muy pronto a los espectadores.
Charlie McCarthy se presentaba como ventrílocuo con show muy sencillo. Pero lo que más llamaba la atención era su muñeco llamado Edgar.
Edgar se veía como un niño de unos 8 años, algo regordete y con rasgos que eran imposible no quedar hipnotizados. Su tamaño era grande en comparación al promedio de los muñecos que se usaban en esa época.
sus ojos eran de madera que mostraban algo de tristeza o, según otros, maldad. El show llamó mucho la atención porque McCarthy demostró ser un verdadero maestro en este arte. Costaba notar el más mínimo movimiento de sus labios mientras su muñeco “hablaba”.
Fue por eso que algunos lo tildaron de brujo ya que en esa época muchos creían que el hombre utilizaba algún truco maligno para lograr lo que hacía. Incluso, era tan tétrico que muchos padres prohibieron a sus hijos ver el show.
De ahí empezaron a surgir otros mitos. El más oscuro de todos es que, Charlie se mostraba muy preocupado por su muñeco. En los diarios lo describían como una persona bastante “amigable y comprometido” con su audiencia. Sin embargo, extrañamente no permitía que nadie se acercara a Edgar. Sólo él podía manipularlo en todo momento, estuviera o no en el escenario. Las incógnitas empezaron a surgir entorno al hombre y su “amigo”.
Llamaron a la policía y al llegar, vieron una escena terrible.
McCarthy se encontraba tendido en el piso. Estaba muerto y tenía el cuello destrozado. Había un charco de sangre bajo él.
Ene se momento, los empleados del lugar notaron algo extraño. En un comienzo pensaron que alguien había entrado a robarle el muñeco pero se dieron cuenta que estaba en su caja. Al acercarse quedaron aterrorizados.
Al comenzar a revisarlo, el asesinato de McCarthy quedó en segundo plano. El muñeco Edgar en realidad era el cadáver de un niño. Tenía huellas dactilares y su rostro estaba cubierto por una máscara de látex para ocultar la palidez de su condición.
Nunca se pudo descubrir cómo el hombre pudo conservar el cadáver por tanto tiempo. Tampoco supieron dar con la identidad del niño. McCarthy se llevó las respuestas a la tumba.
Al conocerse la noticias, muchos especularon que el niño sería su propio hijo y que se volvió loco con el dolor de su pérdida por lo que no fue capaz de dejarlo ir y le dio una segunda vida trabajando juntos en el show.
Espeluznante.
Esta historia es una leyenda urbana y no tiene ningún antecedente de que haya sido real. En la web se puede encontrar nombres similares de verdaderos ventrílocuos pero nada que los rodee de misterio.