Debido a la publicidad y la televisión hemos crecido con la sensación y la creencia de que si no somos delgados, entonces no valemos nada. Esto lamentablemente afecta en mayor medida a mujeres y adolescentes que se avergüenzan de su cuerpo y solo intentan que su cuerpo llegue a ser parte de los estándares de belleza provocando enfermedades como la anorexia y la bulimia, muy difíciles de superar.
Hannah Lucas, una mujer británica pasó de los 80 a los 25 kilos debido a la anorexia, la cual desarrolló en la adolescencia. Estuvo a punto de morir debido a su bajo peso.
Hoy tiene 23 años y se ve muy distinta a como lucía anteriormente, de hecho asegura que parecía una mujer de 60 años. Estaba tan débil que debía desplazarse en silla de ruedas y ni siquiera podía bañarse.
Ingería apenas 100 calorías diarias e incluso no podía sentir su pulso algunas veces ya que su cuerpo se estaba muriendo.
Luego de un año en recuperación, la chica ya alcanzó el peso ideal y se siente mucho mejor que antes.
“Soy glotona y gorda. Había un sentimiento abrumador de culpa y era horrible, estaba constantemente en mi cabeza”
– Hannah
A los 18 años su hermana Kate la llevó al doctor, en ese momento pesaba 50 kilos, por lo que el doctor le dijo que estaba bien. Pero luego de tres semanas perdió 6 kilos, entonces otro doctor notó que la pérdida de peso era seria.
“No podía manejarlo y mi manera de soportarlo fue no comiendo”
– Hannah
Cuando tuvo una drástica pérdida de peso la refirieron a una clínica para desordenes alimenticios y le advirtieron que si no iba por su cuenta, la iban a obligar a hacerlo.
Hannah decidió ir, pero al principio se “sentía como en prisión”. Tuvieron que alimentarla por un tuvo debido a su estado grave, pero su cuerpo lo rechazó y perdió aún más peso.
“Bajé a 25 kilos. Gritaba ‘me quiero morir’. Pensé que iba a morir. Ya no veía razón por la que vivir”.
– Hannah
Los doctores le dijeron a su madre que probablemente Hannah moriría, entonces ella le regaló un set de maquillaje que incluía un espejo.
“Al mirarme al espejo pensé ‘esa persona no soy yo’. Estaba asombrada con mi apariencia”.
– Hannah
Ese fue el momento es que comenzó su batalla contra la anorexia y su vida cambió.
Hannah debió aprender a caminar nuevamente, ya que su cuerpo había estado muy débil para hacerlo. Además volvió dos veces más a la clínica, pero lo que más la ayudó fue el hijo de su hermana.
“Me enamoré de él instantáneamente. Es tan lindo. Sé que suena loco pero creo que eso fue lo que me hizo recuperarme. Él me hace sentir feliz cuando estoy triste”.
– Hannah