Nadirah Angail es musulmana afroamericana, madre, seguidora del islam y mujer de color que tiene un blog para ayudar a la gente, principalmente a las mujeres que quieren tener vidas matrimoniales felices, hijos con salud emocional y más.
En general Nadirah habla de familia, mujer, matrimonio e hijos y defensa de los derechos de las mujeres.
Una de sus entradas con más lecturas es «Cuida tu propio vientre.» un relato brutal sobre la presión de las mujeres al tener más de 30 o 40 años y que aún no tienen hijos.
«Cuida tu propio vientre»
Hay mujeres de 30 años que aún no tienen hijos y a las que le preguntan: «¿Todavía no tienes hijos?» su respuesta varía pero generalmente es acompañada de moderación y sonrisas falsas.
«No, todavía no» contesta con una sonrisa que intenta apagar un poco su frustración.
«Bueno, no esperes para siempre. El tiempo va pasando, ya sabes» dice alguien y se va feliz, creyendo que dio un sabio consejo. La otra mujer sonríe, pero cuando se queda sola no puede evitar llorar.
Llora porque sus 4 embarazos han tenido abortos espontáneos. Llora porque desde que se casó hace 5 años a intentado traer un hijo al mundo, llora porque su esposo tiene una ex esposa que sí le dio hijos. Llora porque anhela el método in vitro pero no puede pagarlo.
Llora porque ha intentado el método in vitro algunas pero aún no ha quedado embarazada. Llora porque su mejor amiga no sería sustituta. «Sería demasiado extraño.» Llora porque toma pastillas que previenen el embarazo y porque su matrimonio se está complicando.
«Mujer: 30 años. Llora porque sería una gran madre, pero no lo es»
El médico le ha dicho a la mujer que no es su culpa, pero ella sabe que sí es el problema. Llora porque su marido se siente culpable y esa culpa lo hace difícil de tratar. Llora porque sus hermanas tienen hijos y una de ellas ni siquiera quería tener uno. Llora porque su mejor amiga está embarazada y porque ha sido invitada a un nuevo baby shower.
Llora porque su madre le pregunta: «Chica, ¿A qué estás esperando?». Llora porque sus suegros quieren un nieto. Llora porque su vecina trata muy mal a sus gemelos. Llora porque niñas de 16 años se embarazan sin quererlo y porque ella es una chica increíble.
Llora porque ya tiene nombres para los niños, porque hay una habitación vacía en su hogar y un vacío en su cuerpo. Llora porque tiene tanto que ofrecer. Llora porque su pareja sería un excelente papá y porque ella sería una gran madre.
«Tiene cinco hijos. Llora porque no quiere ser compadecida»
En otro lugar una mujer de 34 años tiene ya 5 hijos y la gente le dice: “¿Cinco? ¡Dios mío, espero que eso haya sido todo!” Ella ríe del divertido comentario y cambia de tema para poder pasar por alto la falta de respeto, pero cuando se queda sola ella llora.
Ella llora porque nuevamente está embarazada y siente que debe ocultar esa alegría. Llora porque siempre quiso una familia y la gente no entiende eso. Llora porque nunca tuvo hermanos y siempre se sintió sola. Llora porque su abuela tuvo 12 hijos y ella también quisiera eso.
Llora porque no se imagina sin sus hijos, pero la gente ve su situación como un castigo. Llora porque no quiere que la compadezcan y porque la gente asume que ella no quería esa vida. Llora porque muchos piensan que es irresponsable y porque creen que ella no tiene voz. Llora porque no la comprenden y está cansada de defender su decisión.
Llora porque ella y su esposo pueden mantener perfectamente a su familia, porque se cansa de los comentarios «graciosos». Llora porque le importa su vida y porque desearía que a los demás también le importara la de ellos.
Llora porque a veces duda de ella y se pregunta si debería haber tenido menos niños. Llora porque recibe criticas pero no ayuda y porque está harta del escrutinio. Llora porque su vida no es un show y porque la gente es maleducada cuando habla con ella. Llora porque muchos opinan de su vida y ella sólo quiere estar tranquila.
Otra mujer: 40, un niño. La gente le dice: “¿Solo uno? ¿Nunca quisiste más?»
Llora porque se embarazó de milagro y porque su hijo quiere un hermano o hermana. Llora porque ella quería tres niños y porque su segundo embarazo fue interrumpido para salvar su vida. Llora porque su médico dice que sería «de alto riesgo» y porque lucha por cuidar a su único hijo.
Llora porque siente a uno como a dos y porque su marido no quiere otro niño. Llora porque su esposo murió y ella no ha vuelto a encontrar el amor. Llora porque su círculo cree que un hijo es suficiente. Llora porque está ocupada con su éxito laboral y no puede pensar en otra cosa. Llora porque se siente egoísta.
Llora porque no ha perdido el peso que ganó en su primer embarazo y porque su depresión postparto fue intensa. Llora porque no se imagina pasar por eso de nuevo. Llora porque tiene problemas con su cuerpo y el embarazo los hace peor. Llora porque lucha contra la bulimia y porque tuvo que ser sometida a una histerectomía. Llora porque quiere otro hijo, pero no puede enerlo.
Respetemos la voluntad y la intimidad de otras mujeres
Las mujeres que mencionamos pueden ser amigas, vecinas, familia o conocidas y no deben tener que soportar lo que opinamos de ellas y sus vidas ni aceptar consejos que no pidieron. Ellas son dueñas de sus úteros y eso debemos respetarlo.