Con apenas 9 meses de edad, su único deseo era poder tener cariño y contacto humano. Cada mes varias personas por fuera de su canil en la perrera, y JJ hacía de todo por llamar la atención y sacaba su patita para tocar a quien fuera. El tierno perrito había sido recogido de un lugar recurrente de abandono en Dallas (Estados Unidos).
JJ estaba abandonado en Dowdy Ferry Road, que tiene un gran tráfico y donde muchos de los perritos que son abandonados terminan abandonados.
“El control de animales lo encontró viviendo allí por su cuenta”, contó la presidenta del grupo rescatista local Dallas DorGGG, Patti Dawson. “Estaba bastante demacrado… se le podía ver las costillas. No sé cuánto tiempo vivió en las calles, pero se defendió hasta que fue rescatado”.
Fue derivado a un refugio que no tenía muchas comodidades y en su estadía ahí tampoco le fue fácil encontrar un nuevo hogar. Luego de dos semanas ahí, el lugar necesitaba liberar espacio así que lo pusieron en la lista de eutanasia.
Por suerte, JJ captó la atención de Marina Tarashevska, quien visitaba el refugio regularmente para entregarle ayuda.
“El ACO (Oficial de Control de Animales) dijo que no estaba comiendo y que era ciego y sordo”, cuenta Tarashevska. “Cuando se le sacaba de la perrera, se veía perdido y corría bajo nuestros pies, y simplemente estaba muy, muy desanimado… como si estuviera esperando ser golpeado”.
Cuando estaban por devolver a JJ a su jaula y Marina estaba por irse del refugio, el perrito sacó su pata hasta alcanzarla y que no lo volvieran a dejar solito.
“Estaba sacando su pata y rogando por ser salvado. Fue muy triste porque da mucho miedo en ese refugio… y estaba tan perdido allí. Es lo más desgarrador dejar a un perro que te ruega así”, dijo Tarashevska.
Marian lo sacó de la perrera y lo llevó a un hogar adoptivo temporal, donde dejó ver que tiene traumas que arrastra desde cachorro. Por ejemplo, si alguien se acerca muy rápido, cree que lo van a golpear.
Hoy JJ está mucho mejor en su nuevo hogar adoptivo, y cada vez aprende más del cariño. Está cada vez más agradecido de sus humanos temporales. Mientras buscan una familia definitiva que lo quiera adoptar, revisan su estado médico para comprobar que esté lo mejor posible. “Queremos que tenga un buen y amoroso hogar”, concluye Dawson.