Sam Ballard, de 19 años, asistió a una fiesta con sus compañeros de rugby un día cualquiera en Sidney, Australia Todo iba como de costumbre, había mucha gente, la música estaba alta, la conversación animada y por supuesto, litros y litros de alcohol.
La fiesta ocurría como normalmente lo hacen los festejos juveniles, hasta que los amigos de Sam le propusieron un extraño y absurdo desafío. Como el chico estaba borracho, aceptó.
Debía comer una babosa que deambulaba por el jardín.
Nadie pensó que esto conduciría a Sam a un triste final. Luego de tragar la babosa, Sam enfermó rápidamente y fue llevado al hospital donde se descubrió que estaba infectado con un parásito de rata, que se encuentra en los roedores, pero los caracoles y babosas pueden infectarse cuando comen las heces de las ratas.
Si bien la mayoría de las personas no desarrollan ningún síntoma, rara vez causa una infección del cerebro. Pero lamentablemente, Sam fue uno de ellos y contrajo meningoencefalitis eosinofílica y cayó en coma por 420 días, para luego quedar tetrapléjico.
Ahora con 28 años, Sam sufre ataques y no puede controlar la temperatura de su cuerpo, informó el Daily Telegraph. Además de tener que ser alimentado por un tubo.
Antes de esto, Katie pensó que su hijo era “invencible” y que nada podría sucederle a él. Pero nadie lo es.