Para hacer un bien a la humanidad no es necesario hacer actos extremadamente heroicos ni arriesgados, solo basta con tomar en cuenta las necesidades de las poblaciones y pensar en el modo de cubrir sus carencias.
Quizá suena sencillo, pero la verdad es que hay que comprometerse con la causa e idear desde una perspectiva realista el diario vivir de aquellos a quienes se planea ayudar.
Esto fue lo que tuvo en mente Kenton Lee en el momento en que se le ocurrió la idea altruista de ayudar a las comunidades de niños de países africanos marginados y en condiciones de extrema pobreza.
Lee tomó en cuenta la necesidad de calzado que tienen los infantes a fin de evitar infecciones y heridas, sin embargo, la donación de calzado común no era la opción más viable debido al crecimiento rápido y constante de los niños durante esa edad. Por ese motivo, Lee decidió crear un diseño de zapatos que le pusiese fin a ese inconveniente.
El zapato en sí no está hecho de materiales ni flexibles que permiten su expansión, sino de materiales resistentes y mucho ingenio para lograr un diseño funcional y adaptativo a varios tamaños y edades. Se trata de un zapato estilo sandalia que cuenta con una tira ajustable que se va alargando a medida que el tamaño del pie del niño va creciendo. Esta prenda tiene un efecto favorable en la calidad de vida de los niños de estos países, pues tiene un impacto 5 veces mayor que los zapatos ordinarios debido a que se expande 5 tallas y dura muchos años más.
Por cada $15 donados, un niño en condiciones de pobreza recibe un par de zapatos duraderos y ajustables para que pueda caminar sin exponerse a contraer alguna infección o a ser víctima de alguna herida innecesariamente. Sin duda, los requisitos indispensables para tener una acción positiva en el mundo es la voluntad, la comprensión y el ingenio, lo demás viene por añadidura.